Nómada Honoraria

 

La Jabar del nómada nº 24. 2009

Mónica Fernández-Aceytuno


"Huele a sol", o algo parecido, recuerdo haber leído en algún libro de Albert Camus; puede que fuera en "El extranjero". Es este el único olor que tengo del desierto en la memoria; el fresco olor del sol sobre el encalado de las paredes de mi casa. Puede que los pies negros, o algo parecido que somos los que nacimos en África, pusimos por primera vez los pies en la tierra sobre su suelo, su mar, su arena, y como no hemos podido volver, recordamos el olor a sol,como único olor, seco y fresco a la vez, que salía de las paredes, a pleno sol, cálidas y cegadoras, contra el azul del cielo, blancas.

Esta sensación común, que no deja de ser una raiz imaginaria, de no tener ya tierra, de haber nacido en un lugar al que no puedes regresar, y si regresas, ya no es el lugar en que nacistes, porque ni siquiera se llama de la misma manera, y estás condenado a errar, a ser nómada en el desierto que será a partir de entonces el mundo, porque ya podrás volver a todas partes menos a la tierra donde naciste.


Más que un extranjero eres un extraterrestre, alguien venido de un planeta lejano, ya que nada hay más lejano que no tener un lugar en la Tierra, siempre es de los otros, de tus hijos, de tu marido, de tus antepasados, pero el lugar donde naciste, es un lugar de nadie, usurpado para siempre a su propio pueblo, y a los que allí nacimos, y que de por vida nos ha convertido en nómadas, buscando un pasto que ya no existe.

Por ello, escribo mi agradecimiento a la Hermandad de Veteranos de Tropas Nómadas del Sáhara, porque al nombrarme Nómada honoraria, me ha devuelto un poco el lugar, que en el mundo, no tengo.