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21/01/2017 - IN MEMORIAM
Soldados de la Agrupación de Tropas Nómadas fallecidos en Acto de Servicio
Soldados Valenciano Álvarez Morales y Carlos Antonio Gómez Sánchez
Juan Tejero
Foto ©
Corría el año 1964, cuando el 13 de mayo salió un convoy de dos camiones desde Aaiun, transportando material de repuestos de automóviles, para el puesto de Hagunía. Incomprensiblemente no llevaban medios de comunicación ni guía nativo, seguramente un error admistrativos que iba a tener fatales consecuencias. Al mando de un sargento, viajaban en el convoy los soldados de la 3ª Mia del Grupo Nómada "Smara"Valenciano Álvarez Morales y Carlos Antonio Gómez Sanchez, que se incorporaban a su Unidad en el puesto de Hagunía.
Se inicia el recorrido y, un poco antes de entrar en la zona de dunas, se averían ambos camiones que no pueden ser reparados con los medios existentes en el convoy. Se suceden las horas de espera, sin que se note intranquilidad ni en Aaiun, punto de salida del convoy, ni en Hagunía el puesto de llegada. Seguramente consumidas las reservas de agua por llevar más de 30 horas parados en la pista, los soldados de Nómadas, creyendo conocer el camino y deseosos de solucionar el problema planteado, se ofrecen al mando del convoy para continuar a pie hasta el destacamento que, suponían cerca.
El jefe del convoy, viendo agotadas las reservas de agua, y que sus mandos no han reaccionado para buscarles, posiblemente Hagunía no conocía que tenía que llegar un convoy en fecha determinada, accede a la petición de los soldados.
Valenciano Álvarez y Carlos Antonio Gómez parten en busca de ayuda, llevan poca agua y un desconocimiento total para atravesar una zona de dunas sin extraviarse; pero conservan ese espíritu de generosidad y compañerismo que les hace tomar una desafortunada decisión en su loable idea de ayudar, que les llevará a un funesto desenlace para el cual no se encontraban preparados.
El desierto no perdona errores y, los que caen en ellos, suelen tener fatales consecuencias. Los dos soldados se pierden en la zona de dunas, no dan con el camino adecuado y marcha en otra dirección, hasta que, agotados y perdidos, esperan en una determinada zona que le rescaten antes de que sea demasiado tarde.
Al fin la noticia es conocida en Aaiun y se monta un servicio de salvamento. Los camiones que quedaron en la pista son socorridos a tiempo y se procede a la búsqueda de los dos soldados de Nómadas. Al fin es encontrado Valenciano Álvarez, pero demadiado tarde para su salvación pues ya ha fallecido. El otro, Carlos Antonio Gómez, no aparece, aunque su búsqueda se prolonga durante bastante tiempo; al final, se suspende la operación, se supone que éste ha sido enterrado por las dunas en su movimiento, pero su cadáver no es recuperado y dormirá bajo las arenas del desierto hasta que las dunas en su movimiento dejen aflorar el cadaver y pueda ser enterrado en tierra familiar.
Triste historia con final terrible. Un cúmulo de desaciertos propiciaron un desenlace desafortunado y los dos generosos jóvenes que, aún conociendo la dificuliad de su decisión, tiene la urgente necesidad de ayudar a sus compañeros comprometidos, se arriesgan y fallecen en su intento de cooperar. Su conducta, imprudente pero generosa, es digna de alabanzas y debe ser recordada con cariño por todos los buenos Nómadas, aunque deben saber que el desierto, demasiado serio para decisiones improvisadas, tiene que ser tratado con cocimiento de causa y con los medios adecuados para que no se produzcan desastres como el aquí referido.
Soldado José Pacheco Concha
La patrulla Negro de Tropas Nómadas pertenecía a la 3ª Compañía del I Grupo que estaba de guarnición en el puesto de Mahbes Escaiquima. El 14 de octubre de 1964, año aciago, en un momento de descanso de la patrulla un disparo de un arma no identificada, pero de calibre 7,92 mm, impacta sobre el soldado José Pacheco Concha que cae herido de muerte; aunque se le aplican los primeros auxilios, todo es inútil, pues a los pocos minutos el soldado deja de existir.
Aunque se monta una investigación para el esclarecimiento de los hechos, desconocemos a las conclusiones que llegaron y si consiguieron conocer el arma que había efectuado el disparo. Lo más fácil es pensar que a alguno de los componentes de la patrulla se le disparara el arma cargada, con tan mala fortuna que impactó en el soldado Pacheco, causándole la muerte.
Gloria al soldado Pacheco, que dio su vida sirviendo a la Patria, arquetipo del soldado de reemplazo que tan buenos servicios prestaron en el Sahara Español y en la Agrupación de Tropas Nómadas.
Soldado saharaui n.º 63299 Chej uld Hatari
Los ríos del Sahara son ríos de arena que, de vez en cuando,llevan agua. Eso ocurrió en la madrugada del 26 de agosto de 1965; abundantes lluvias cayeron en las cabeceras de los río Zeluán y Tasu, afluentes de la Saguia el Hamra; Smara, cien kilómetros más al Sur, no se percató de esta circunstancia y los ríos desbordados inundaron la zona, antes de volcar sus aguas en la Saguia.
Los momentos son de desconcierto, preocupación y miedo. Las jaimas no son capaces de sortear la riada y salen todas flotando con los enseres que tuvieran dentro; los camellos luchan contra las aguas, pero mueren en su mayoría y las personas salen huyendo despavoridas para alcanzar un lugar elevado que les librara de la furia de las embravecidas aguas
Chej uld Hatari, soldado de la Plana Mayor de la Agrupación de Tropas Nómadas, corre junto a otros componentes de la Agrupación para ayudar a su familia, tiene mujer y varios hijos pequeños. Se consigue salvar a la mayoría de las personas pero, la desigual lucha, se cobra varias vidas, entre ellas la de Hatari y tres de sus hijos. Las pérdidas registradas fueron considerables y se cegaron la mayoría de los pozos de agua dulce.